Aventura del primero de mayo (por Ana Culebris)

Este es un post enviado por un amigo...

Agradecimientos al creador de este blog por brindar el espacio para compartirles una inusual historia.

Como los sábados suelen ser ociosos para las locas solteras, acostumbramos congregarnos en algún bar capitalino de vez en cuando.

Algunas actividades me mantuvieron lejos de los antros por bastante tiempo. Tiempo suficiente para un cambio radical en el estado de los tan queridos lugarcitos de entretenimiento para las locas de este país.

Resulta que me voy yendo para el bar que, en particular, seguramente todos conocemos, con la ilusión de encontrarme viejos conocidos y amigos con quienes solía “pegarme la fiesta”, tan pequeño este medio que ni siquiera es necesario ponerse de acuerdo para ver a cuál ir. Todos los caminos conducen a Roma.

Cuál fue mi sorpresa que al llegar al bar, ya la fila era kilométrica. En su longitud ni una sola loca conocida… qué curioso!

Avanza la fila y me encuentro con un protocolo de entrada algo distinto al que recordaba. Motivos? mi acompañante aclara que ocurren disturbios pesados adentro, locas chancletudas que arañan, muerden y modernamente le quiebran botellas en la cabeza a la “contraincanta” que les está robando el show (ya no es por el macho dada su escasez). Qué horror, en lo que degeneró la sociedad!

Ya bien instaladas en el bar y con trago en mano, sigo sin conocer alma alrededor. Qué ocurre? Entre las miles de locas no hay una sola que reconozca ni siquiera por borracha o por puta. Aquí pasa algo!

En otro punto del bar, comienzo a notar que la totalidad del bar lo frecuenta un tipo de loca que era minoría en mis no tan lejanos “tiempos de bar”. Locas que como extraterrestres se ponen sus trajes blancos y si pueden con luces generadas por baterías que se esconden entre las medias, su peinado “patrás” con “plastigel” y zapatillas de taconcito bajo charol, blancas también. Las había por todos sitios, todas bien quebradas. Unas de ojos delineados, otras con las cejas tan delgadas como sus cinturas. Qué pasará por esos tractos digestivos?

Ya en estado de shock, comienzo a detectar locas en cada punto visualmente estratégico del bar, con una loca ya algo ebria bailando al son de canciones de Lady Gaga nada más que al ritmo de Shakira. Estos campos hoy día son por los que hay locas ya a las 8 de la noche haciendo fila para agarrarlos. Incluso algunos ya dicen: reservado, y una foto de la loca.

En fin, cada canción ahora se baila igual: quebrando la cadera y seseando el abdomen. Qué miedo! ahí entendí el por qué de cinturas tan estrechas y los grandes riesgos de la luxación. Cada loca en su gran momento de gloria, ya tragueadas se sienten Rihanna en concierto en el Madison.

Posteriormente, bingo! una loca conocida. Lástima que quemada y chusca. La 30-gatos.

Al ser ya demasiada la decepción, el aburrimiento y la sorpresa de que todos mis contemporáneos se han retirado del bar para formar vidas quizá más productivas o quizá porque ya mejor cambiar el casete y traguearse en casa; nos acercamos a la salida.

El 30% del bar son mujeres y pocas son las lesbianas… qué diablos! un bar gay lleno de locas arrabaleras y mujeres straight que llegan a restregarle el novio a esas primeras, sedientas de macho.

Tanto fue así que al voltear estaba ella! “la loca más mujerrrr del bar”, de pierna cruzada, de botas blancas importadas de Alaska (o en su defecto, con el pelo que salió del rape que le hizo a su perro Husky) hasta el muslo, con aretes y chal en un bar que está a 33 grados centígrados y se respiran hasta pedos. Esta loca me estaba mirando así… con pensamientos concupiscentes llenos de las más bajas pasiones del demonio del medio día. A mí!!! resulté ser el macho de la manada, qué pena!

Esto me llevo a considerar que en 5 minutos salía corriendo de allí mientras terminaba mi fresco de frutas, ya que después de semejante avalancha de distorsiones se me quitaron las ganas de tomar guaro, y me dije: mejor me ando con cuidado, no vaya a ser que en un safis con el alcohol amanezca en Purral de la mano de una loca de estas, y como Britney en las Vegas: casada!!!

Fue entonces cuando ocurrió la gota que derramó el vaso: del otro lado, una de estas mujeres alcohólicas que aparentemente gozan de venirse a traguear en un bar gay, habiendo tantos hombres en las calles que quieren chichi, estaba ya bien tapis. Empezó a hacer cucharas, y sus amigas, bien bellas las titas, en su tertulia ven que la chita está verde y con los ojos en blanco y no pasa por sus mentes preguntarle qué le ocurre, hasta que chupulún! vomitada como una eyaculación de búfalo: con volumen y de largo alcance. Por dicha no había ni picadillo de chicasquil, ni nachos del menú, era puro guaro! Hay que ser muy borracha para no haber querido comer antes de tandearse.

Seguidamente se ha puesto el staff con un gancho a secar el rancho untándolo como mantequilla al pan en todo el pasadizo del bar. En qué cabeza?! Y esto mientras resucitaban a la tita para recetarle el zarpe y sacarle el jugo a la barra libre. Las mujeres de hoy ya perdieron el pudor.

Tomé a mi acompañante del brazo y le dije: nosotras de aquí nos vamos, no vaya a ser que terminemos coasistiendo el show de las 5 am.

En palabras del creador del blog: y uds… ¿dónde les gusta irse a traguear?